Del metal y otros demonios

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Por: Charlie D. Cabrera

Cuando, a mediados de los ochenta, Radio Ciudad de la Habana emitió la música de RED, banda de heavy metal del municipio Playa, todo pareció indicar que se había acabado el rechazo a la “música del enemigo”. Al parecer habían quedado atrás los tristes capítulos vividos por los pioneros del rock en Cuba como Los Pacíficos, Los Jets o quienes acuñaron el término rock de la calle: Los violentos.

Pero acciones, comentarios y las trabas impuestas a estos artistas y a los fanáticos del género demuestran que ese sentimiento de desaprobación sigue latente, haciendo que sea más difícil de lo que ya es hacer rock o metal en nuestro país.

“Históricamente los problemas económicos de Cuba han hecho que sea compleja la creación de música, más aún si se le ponen trabas a dicho proceso creativo” comentó Joel, director de la joven agrupación Enemigos Públicos.

“La escena cubana es muy pobre desde el punto de vista económico y desde el punto de vista creativo, ya que el metal es muy rico en subgéneros, pero las pocas bandas que hay se mueven casi en los mismos estilos. En el rock es al revés: hay muchas bandas pero la mayoría haciendo covers”, comentó Fabio R. Castillo, guitarrista y director de Lugus.

“Entonces súmale a eso el error de enfoque que existe”, continúa explicando Fabio, “el metal se quiere tratar como una música popular, como si fuéramos a llenar estadios, dar giras por las comunidades, salir en 23 y M… y no es así. Por eso, al no ser rentable, no se le da vía abierta”

Ejemplo de la triste realidad que se vive es la polémica cancelación del Festival La gruta del dinosaurio, el cual, según alegaron las autoridades culturales del municipio, no tendría asistencia de público, por lo que no valía la pena destinar recursos a él. Sencillamente, se negaron a aceptar las evidencias mostradas por el comité organizador del evento.

Del otro lado está la Agencia Cubana del Rock, encargada de la representación artística y profesional de las bandas y de colocarlas en el mercado nacional e internacional según la enciclopedia Ecured. Sin embargo, el trabajo de esta es muy criticado por las nuevas generaciones de la escena (¿la escena?).

Según Martín director del grupo de shoegaze cubano Land Whales, “la agencia apenas da voz a los artistas, es bien sabido que tienen una lista de estrellas y privilegiados que son los que ellos representan”

Miembros de Land Whales en sesión de ensayo.

“A bandas como Zeus, Tendencia, o Switch si se les da voz porque ellos son los dinosaurios, los dioses del Metal cubano; pero ya la mayoría de los de su época están retirados o se fueron del país” comentó Yanni, director de Tape, banda emergente de Punk radicada en La Habana Vieja.

Todo esto deriva del rechazo visceral a los frikis de los años 80  y 90. Los “típicos fanáticos del ron barato y las anfetaminas, los míticos vagabundos que se inyectaron el SIDA para tener un techo y 3 comidas diarias”, así etiquetó a esta subcultura Adalberto Roque en su documental acerca de la “Fricandá” en el país.

Gerson Govea y su pareja, ambos sobrevivientes del Sanatorio Friki en los 90. Foto: Tomada del cortometraje de Adalberto Roque sobre los Punks y los frikis cubanos.

“Toda esa música y ese ambiente son propios de las crápulas sociales, de los jóvenes supuestamente incomprendidos. De esos rincones solo salen cosas malas “ declaró Alex Sal Perdomo, joven Pastor Bautista Libre y decano del Seminario Los Cedros del Líbano, en la provincia Pinar del Río.

“Los rockeros casi se erradican en los 90, pero el mal de esa gente se tuvo que borrar desde los inicios, en los 60, cuando ya habían algunos con las melenas y las cosas raras”, opinó con un poco de molestia Julián de los Dolores Martínez, octagenario y combatiente en la lucha clandestina.

Opiniones como estas hacen que cada vez más se muestre miedo a la aceptación del movimiento metalero o rockero como una parte más de la música de nuestro país. El metal en Cuba se ha sostenido a fuerza de pulmón.

Como afirmó Emanuel López Rodríguez, director de Voland “Al final, la que sufre las trabas no es sólo la escena, sino toda la cultura”.